jueves, 25 de junio de 2009

Estado terciario

Me paso, me salto el segundo estadio, ¿por qué?, pues no lo sé. Cuando empiezas a pensar en el amor, seas un adolescente, un adulto, o incluso un anciano que has vivido y sentido millones de experiencias, no crees que pueda ser complicado. Me gusta, me atrae, lo admiro, lo deseo, son muchos los sentimientos que afloran en tu piel, y son tan dulces que no puedes dejar de pensar que todo irá bien. El amor no es tan fácil, el amor no es cosa de dos, el amor realmente, no es nada. Muchos admiten y creen que no es sino una reacción química que se da en nuestro organismo, como tal reacción, necesita de periodos de tiempo, primero para empezar, después para desarrollarse y posteriormente para desaparecer. Muchas veces he pensado que esta definición no es sino una excusa de alguien que no se ha enamorado jamás, o de alguien a quien el amor no lo ha acompañado en su vida.
Durante toda nuestra vida vivimos muchos momentos, no todos son los que quedríamos, ¡ qué le vamos a hacer! la vida no es sino un camino de amargura, ya que cada una de nuestras acciones sólo llevan al cierre de muchas más acciones. Desde que nacemos estamos predestinado a un tipo de vida, no es lo mismo nacer en Kenia que hacerlo en Madrid, no es lo mismo que tu familia no tenga problemas o que desde el momento de tu concepción la vida que rodea a los tuyos no es sino un sufrimiento. Por eso el amor es así, porque durante el tiempo que nos acompaña siempre está condicionado. Durante toda mi vida no he hecho sino lo que creía que debía hacer, cada uno de mis actos me han conducido al siguiente, como si un invisible camino me fuera acercando a ti, o quizás pasé por tu lado en algún otro momento y ni nos miramos a los ojos. Por eso en estos momentos miro hacia atrás, y creo estar convencida que este tipo de amor no es sino un reflejo de lo que podría haber sido. Lo pienso, lo pienso, lo pienso, madre, sólo pienso y así y más me convenzo cada día que no es lo que siento lo que debería sentir. No creo en el arrepentimiento de las consecuencias de tus actos, como personas adultas debemos aceptar lo que hacemos con todas sus consecuencias, por eso sigo pensando, qué haría si las cosas se pusieran a favor de los sentimientos y no de la razón. Este el tercer estado, el caos en los pensamientos, la lucha interna que cada día se desarrolla dentro de tu alma. El momento en que cualquier paso en falso puede acarrear un cambio
¿o quizás esto ya esté escrito y las cosas han de ser así?